La dama con la hermosa cara entró en mi habitación, pensando que nadie la vería. Tenía un peludo grueso y húmedo que oloraba a sudor y heces secas, y su vagina era heavenly muskosa. Inhale su olor muskoso y se acercó su púbis protrusible y orificio de orina a cara mía. Soltó un ligero ruido de fartos mientras su anus se expandía, permitiendo que su orina gloriosa se liberara, amarilla como miel. El olor grueso de la orina me hundió la boca mientras intentaba mantener el paso. No estaba satisfecha, y su florescencia de chocolate se abrió y liberó un caldito cálido de marrón que oloraba a pastillas. Debió tener un día estomacal duro.
Mi cara ahora bien cubierta de gloriosa caldosa caliente y orina amarilla, me despedí, invitándola a visitarme de nuevo mañana.