Ella es nuestra juguete familiar, nuestra esclava mujer, unas huecos. Nosotros la usamos para satisfacer nuestros deseos y fantasías. Es su propósito satisfacernos en todo y servirnos según nos guste. Y ella lo disfruta. Mi esclava con gran placer suja pene, reemplaza su boca y ano para una penetración profunda. Toma semen en boca y lo ingiere sonriente, ella lo disfruta, está feliz. Pero aún más le gusta ser nuestro inodoro, comer nuestra basura. Sus labios están estrechamente encerrados alrededor del cuello de mi esposo y la basura desliza directamente en su hambrienta boca, llenándola. El miembro la empuja hacia el garganto y la hace ingerir. Es un placer para ella.
El placer de la humillación, el gozo de ser un inodoro, el felicidad de comer basura.