He sido utilizando a mi esclavo marido durante mucho tiempo y a mi antojo. Él tiene un gran hueco en lugar de un culo, y después de unos minutos de fistearse se vuelve una tela flacida. Sirve como mi asiento, urinario y baño. Me gusta que siempre esté a mano y me satisface en el primer llamado.
1. ¡Hija de puta, tu vagina realmente está mal!
Mi esclavo marido es mi perro. No tiene un culo, sino una vagina realmente malhecha. Lo hago en el culo cuándo quiero y cómo quiero. Mi puño vuela a su flaco culo y me da una sensación indescribible sintiéndolo desde dentro. Suavidad de músculos, calidez en él, sus agonizantes gritos de placer, me encantan. Lleva el semen con el culo y se infla. En esos momentos, mi lujuria se despertaba y no puedo detenerme, puedo orinar o defecar en él, sobre su pene o directamente en su boca
2. ¡Ven acá, maricón, eres mi inodoro y mi asiento ahumador!
Ven acá, maricón, lamberás mi vagina y mi anus. Quiero disfrutar. Mejor lamberás, fúrcalo con tu lengua, pronto querré defecar y serás mi inodoro. Abra tu boca ancha, déjame depositar la heces. ¡Qué bueno! Sentarse allí con tu boca llena梦 de heces. ¡Eres mi inodoro y mi asiento ahumador, parasha!