No hay manera de que pude abonar el dinero ahora, así que estoy listo para soportar los fetiches enfermos de mi dueña de casa. Ahora me rubica el rostro con esa vara flagelante suya, y admito que me estoy excitiendo. Ella se extiende y me ordena excavar – su vagina necesita mucha comida, dice. No solo eso, sino que también me orina y caca en el rostro. Utiliza sus manos guanteadas para esparcir la materia fecal líquida por mi cara.