¡Ándate a porme, mi Señora – dijo Maya, arrodillada frente a mí y exponiendo su trasero a mí. ¡Claro que te la voy a hacer el placer, mi pequeña perra de cuarto! Maya está feliz de subirse encima de un estropejal, gemiendo y arrojando gotas, goza de poner a prueba su estrecha vagina. Después de todo, ¿qué tipo de buena esclava perversa tengo?