Con elegancia toma el copo en su mano, Maya lo coloca bajo su vulva. Orina de oro claro se derramó en el copo llenándolo hasta el borde. Pude detectar su olor a orina hasta aquí. Lentamente, con dignidad y placer, empezó a beber orina, lavándose la heces que se habían acumulado en su boca. ¿Puedo masturbarme, Señora?, preguntó modistamente después de haber bebido hasta el fondo. ¡Claro que sí, mi pequeña perra de baño! ¡Tienes que tener tu cums hoy!