Relaxándome después de un duro entrenamiento con mi esclavo insignificante en cuatro patas, lamiendo mis pies sucios. Le digo callarse y lamer, como un buen perro sissy. Aparentemente, la belleza femenina y el poder mío, y el sabor de mis piees hermosos son demasiado para él y sentío que mi esclavo débil se desmaya y tiene un pequeño colapso. Esto sucede fácilmente con la psique masculina más debil cuando se presenta con las solas divinas de una diosa tan hermosa. Así que tengo que ayudarle–levanto su frente con mis dedos y le hago pasar el soleo de mi pie por encima de su lengua repetidamente hasta que esté limpio, luego repito con el otro pie. Luego hago que mi pie se hunda profundamente en su boca y le pregunto qué estaba intentando decir. Él mormora algo sobre ser un perdedor y los perdedores tienen que lamer las pies de los ganadores. Claro, eso era lo que pensaba tonto.