Este esclavo carece de calidades. Tiene nada que atraiga la atención de una Mujer. Al contrario… Él es feo, gordo, tiene una cabeza vacía y un pene pequeño. La única forma de poder tratar con el género femenino es actuar como un inodoro. Y él, consciente de sus limitaciones y del privilegio de poder servirme, está sediento y ansioso por agradarme. Como un perro extiende su lengua, no llega a tener contacto cercano con mi fuente divina, el perdedor, porque yo orino en un vaso. Bebe hambriento y desea más, busca cada gotita restante, pero quién sabe cuándo decidiré usarla de nuevo… Desaparezco, dejándolo allí llorando con el vaso vacío entre sus dientes.