Este servicio inútil me preparó una cena desagradable, solo pude terminar de comerlo y ahora me tomo un café para deshacerme de este desagradable sabor. Le llevo a la cocina porque mientras sipo mi café intendo castigarlo por su terrible trabajo: tendrá que estar en el suelo del frente al horno y sufrirá la pesada y las insultos de su Señora. Mis pies descalzos le trampelan, lo aplastan, lo kickean sin inclinarme ni por su cara hasta que pida mi perdón y misericordia, pero no detengo, mientras haya café en mi taza…