Mi amiga Dula y yo nos encontramos en la barra del club para comentar el gran evento que acaba de finalizar, un evento realmente agradable en el que los esclavos han sufrido todo… Y uno de ellos que aún no ha salido queda allí para postrarse a nuestros pies y acostarse debajo de nuestas sillas para admirar la belleza de dos mujeres inalcanzables para él. Pero mientras bebemos nuestro cóctel teníamos ya planeado dejarle saborear nuestros tacones una vez más, por lo que en turno nos subimos sobre su abdomen flácido para dejarle las huellas de nuestros botines y mientras el esclavo intenta gritar en dolor, una de nosotras está inmediatamente listo para insertar un talón en su boca para callarlo y hacerlo sucionarlo.