Hoy en mi consulta recibo a una mujer y su hombre para una sesión de terapia matrimonial. He estudiado su caso y inmediatamente hago las preguntas adecuadas para llegar al punto: este desgraciado hombre no controla sus salidas de ira y maltrata a la mujer incluso físicamente. Al menos ha mostrado el deseo de mejorar y ha aceptado la terapia: entonces explico a él que el remedio que tengo a mano es una reversión de la situación en la que él pasa de ser un agresor a ser sumiso. Así que comienzo a provocarlo con insultos y algunas palizas y al momento en que pierde el control y intenta poner sus manos sobre mí lo derribo y lo inmovilizo con un pie sobre su garganta. En este momento también invito a su pareja a quitarse sus zapatos y unirse a mí para lo que ahora ha convertido en una sesión de dominación. Nuestros pies sobre su cara para bloquear su respiración, a veces él se levanta y intenta atacar pero rápidamente lo derribo y bloqueo sus brazos. Inmovilizado y con nuestros pies sobre su boca, este pervertido también se está enfilando. Nosotros retiramos sus pantalones y vemos lo que oculta allí. Su pareja no puede estimularlo y admite que también tienen problemas en el cama: entonces seré la que le da el golpe final para que vuelva a tener una erección adecuada. Pongo mi pie sobre sus testículos y al mismo tiempo comienzo a masturbarlo a una velocidad más rápida y más rápida hasta que explota y promete que a partir de hoy se comportará bien.