Estoy mudándome, mi estudio está lleno de polvo y mis zapatos se sucaban todo el tiempo. Pero mi esclavo de sucion de zapatos está listo en el piso inferior y así ofrezco a ellas a mí desde las escaleras, me gusta tenerlo debajo de mí y humillándolo. Empieza a sucionar mis zapatos y explico claramente que no debe atrevirse a tocar la piel de mi pie, solo su lengua debe tocar el zapato, lo que de lo contrario desencadenará mi ira. Suciona bien, suja el dedo y el talón mientras yo le dejo cayendo alguno de mi saliva por encima para ayudarlo. Cuando una zapato ya está brillante, pasa al otro, pero ya ha sucedido el daño: ha tocado mi pie con su lengua, pide perdon pero no hay perdon, solo una castigo ejemplar que llevará a la destrucción de sus posesiones más preciadas