Un esclavo lava las solas de nuestros botas mientras tenemos las piernas estiradas sobre otro que actúa como un apoyo humano. Estamos un poco aburridos y mientras hablamos entre nosotros venimos con una cosa muy perversa: harémosle disfrutar, curiosos de ver si su pene sigue funcionando después de que lo tormentamos duramente pisándolo bajo nuestras solas, y utilizaremos al desempleado que sirve de mesa como un almohadón para limpiarnos. Así, damos órdenes a los dos esclavos y cambiamos de posición. Nos colocamos de tal manera que les damos nuestras espaldas, un gesto que abarca haughtiness, sensualidad, provocación, una falsa indiferencia a esos dos miserables, pero sobre todo nuestras solas están a favor de ese pequeño pene de lápiz que pronto vaciará para nosotros. Mientras el tocador se diverte, el otro está tendido esperando ser útil. En el momento, teaseamos y burlarnos de ellos, hasta que el semen cae en las solas de nuestras botas. Ahora es hora de volver a verse hacia adelante y utilizar el almohadón para limpiarnos encima de él, tanto en la cara como en el cuerpo, mientras el otro sale de escena agradeciendo…