Lo ataron a la cama para que no pudiera luchar, pues cuando mis piezas hundidas en su garganta solo querrá escaparse. Pero el esclavo aún no lo sabía y al principio le permito rendirle culto y sucir mis talones. La placer no dura mucho tiempo, luego le hago quitar mis zapatillas con su boca y comienzo a hacer mi camino entre sus labios con mi pie desnudo. Su rostro está cubierto de una mascara, pero la abertura de su boca es todo lo que necesito para satisfacer mi sadismo. Tiro hacia mí sobre el lazo para que pudiera empujarlo más profundo y más profundo, una profundidad como una verdadera puta. La desventaja es que está ruiniendo un poco mi polidura de uñas y le prometo que la próxima vez tendrá que darme un pedicure también.