La serpiente es quizás mi favorite látigo, adoro el sonido de sus golpes y la huella que deja en la piel de mis esclavos y por esa razón la tengo en diferentes tamaños y longitudes. Hoy quiero probar algunas serpientes en el espalda blanco de este esclavo atado: he ajustado las cadenas en los muñecas y tobillos hacia las paredes laterales para que no pueda arrodillarse ni caer, independientemente de cuánto sufrirá de mis azotes, pero siempre estará de pie y seré la única que decida cuándo detenerme. Comienzo desde una distancia con una serpiente de tamaño considerable y luego probo otras más cortas, siempre aumentando la fuerza y la velocidad de mis azotes mientras mi esclavo bien educado grita aullando en dolor en cada lápiz.