Estamos en el tatami con mi amigo Dula y estamos listos para un entrenamiento con la bolsa de boxeo, una verdadera bolsa… Su trabajo es soportar nuestros golpes en silencio y debo admitir que lo hace bien, no es fácil resistirse a la potencia de nuestros golpes. Puñetazos, codazos, muchas patadas, pero sobre todo escissorholds con nuestras piernas musculosas que lo inmovilizan a su vez mientras una de nosotras descarga los golpes. En pocos minutos se desmaya en el suelo, pero aún allí seguimos golpeándolo porque nuestro entrenamiento termina solo cuando ambas subimos encima de él para mostrar nuestra posición de victoria.