Egoiza me levanto del trono y me acerco al esclavo suspiro. Lo encadené y ciegó. No quiero que sé, no quiero que vea. Tapolelo dos veces con mis botas para que se dé cuenta de que estoy cerca y listo para actuar. Y comienzo a morderlo. Moroelo en varias partes del cuerpo y sufre. El sufrimiento no es solo físico sino mental porque no puede admirarme y no puede saber dónde hundirán mis dientes. Solo le dejo las manos para que pueda morder sus dedos. Le digo que es un mascote en cadena, y así me va…