Vestido rojo y botas rojas, estoy lista de poner los cojones de mis esclavos rojos también. Está desnudo y tengo su pelota de cojones atada: la arrojo y muevo las riendas para poderle dar un mejor patada a sus cojones. De frente o desde detrás, mis botas golpean repetidamente hasta que pide misericordia y pide que detenga. Ya ha tenido suficiente, dejo de hacerlo y verifico con satisfacción el color de sus cojones, pero antes de irse, sus cojones también probarán el aplastamiento de mis manos.