Este esclavo no comprende bien su papel, cree que puede respondernos o incluso tocarnos con sus manos sucias es hora de que entienda con quién está tratando! Con mi amiga Samantha lo atamos frente a la pared al cruz X y empezamos a azotarlo sin cesar y sin misericordia. Continúa provocando, fingiendo no sentir dolor y no pidiendo perdón, lo que solo nos hace más cruel, así que azotamos aún más y aún más. Su espalda está ahora todo roja y está a punto de rendirse, los gemidos de dolor comienzan y en el final finalmente pide perdón, como todos hacen…