Un sencillo viaje a las montañas se convierte en una experiencia de dominación y vergüenza en condiciones extremas…
Mi amiga Gabriela y yo regresamos de una caminata en el bosque y sonrímos al ver que nuestro pony aún está allí donde lo dejamos, desnudo y con un pesado tronco en el cuello que lo inmobiliza. Lo liberamos y le ordenamos besar nuestras ranas como saludo. Luego tomé una oreja, lo conduje a la nieve y me subo a su espalda. Quiero demasiado tomar un viaje por las montañas! Luego viene el turno de Gabriela, y mientras ella se monta, le doy patadas. No está contenta, armo mi varita y la azoté. Gabriela y yo continuamos alternándonos en el viaje, incluyendo patadas, azotes en el trasero, patadas y golpes cuando el pony no puede más y se desmaya, hasta que se desmaya en la nieve agotado y con patas congeladas…