Mi amiga Leyla y yo montamos dos poni mediocres, intentamos llevarlos por allá, pero son realmente pobres como ponis. Miro de cerca y me ocurre una idea, creo que están más aptos para recibir buenas patadas! Nos colocamos cara a cara sin bajarnos de nuestros ponis y tomamos turnos adelantándonos para golpear la cara del poni que hay delante nuestro con patadas cada vez más fuertes. Esto es mucho mejor, no son buenos en galopar, pero golpearlos es recompensa y mucho más divertido. Sin embargo, sin embargo, este desagradable objeto que tengo bajo mí comienza a sudor como un cerdo, nada menos que poni… y es suficiente y regresamos a la establo donde merecen estar.