Hoy por diversas razones tuve que renunciar a mi cena, fortunatamente al llegar a casa encuentro a mi esclavo gordo listo para ser comido… Comienzo con la parte más sabrosa, el vientre es suave y blando, doy un mordisco duro, hago miedo y deja una hermosa marca roja. Luego continuo, pasando a las cinturas, de nuevo el vientre, mordo y tiró, casi arranco la carne por mi hambre. Intenté comer sus manos también, hay menos carne allí pero disfruto mordiendo sus dedos y buscando alguna carne allí también. Vuelvo al vientre para los últimos mordiscos mientras el pobre esclavo ardía y gritaba, ahora está lleno de huellas pero afortunadamente para él estoy ahora llena, detengo y cierro su boca con mi pie.