Hoy no puedo contenerme la esperanza de dejar la huella de mis nuevas medias de red en el rostro de mi poncho. Él está tendido en el suelo, esperando a mí con la cabeza entre dos tablas que le servirán para que pueda subirme a su rostro con mis grandes pies. Primero coloco una pie, luego la otra, las doblé, él intenta besarlas pero también las aplasto. Camino de un lado a otro, pasando por su rostro hasta que se deforme bajo mi peso mientras estoy parada encima suya.