Estoy en mi trono, preparándome para llamar a una amiga mía que no he escuchado por mucho tiempo, pero necesito algo sobre el que poner mis pies. Llamo a mis dos esclavos a ser mis doormats, pero hoy son realmente impudicos. Hablan entre sí, responden a mis órdenes: tengo que silenciarlos absolutamente. Y así deja que me desnuden mis zapatos y uso mis pies envueltos en calzas suaves de color marrón claro para silenciarles. Comienzo la llamada, pero, a pesar de mis pies sobre su cara, interrumpen con reír y ruidos: basta, tomo el papel adhesivo negro y los silencio y me desplazo a otra habitación para continuar la llamada en paz.