Dos esclavos bajo mis órdenes. El primero solo está permitido actuar como mi silla, pero tiene el privilegio de sentir mi peso. El segundo esclavo se arrastra a mis pies y comienza a adorarlos: mientras hace un olor a ellas y las besa, el “silla” se siente celoso y es castigado con varas palizas. Este fetichista habla demasiado a mi gusto, así que lo silencio colocando mi pie completo en su boca antes de deshacerme de ambos seres inútiles.