Mi esclavo es muy hábil en recibir el facestanding, admito, pero en el largo plazo me cansé y quiero probar algo nuevo. Le explico que quiero ponerle el pie en la garganta, y él se asusta de no poder respirar y en realidad es justamente eso lo que me excita y es cómo quiero divertirme. Subo inmediatamente a su garganta, sus gemidos son de verdadera sufrimiento y en el mismo instante se vuelve morado y tosa. Continúo con más y más prolongados pasos, sin piedad, hasta llevarlo al límite.