Un cebo esclavo y una dueña gatuna se cruzan caminos. El cebo está atado y solo puede admirar el hermoso cuerpo de su dueña: cada vez que se acerca, su desesperado mugido se vuelve más intenso. Cuando se abre el zipper y se revelan las partes más intimas de la dueña, el animal se desborda. En ese momento, solo le queda una forma de comunicarse con ella: ser montado. La látigo golpea y al terminar el espectáculo, sus genitales también recibirán una buena castigada.