Vesto un traje de red de reja que deja descubiertos Mis genitales. Soy tan hermosa como una perra. Y el esclavo que está en cadena a Mis pies lo sabe. Está bien consciente de la suerte que tiene… Estar a Mis órdenes, poder comer Mis heces y Mi orina. Hago que huele Mi ano mientras reo pensando en cuánto puedo llevarlo a una humillación más. Le digo que ahora es el momento de convertirse en Mi inodoro y me siento en un piso elevado para que Mis frutos de Mi pequeño orificio van directamente a su boca. Los doy a él un poco a la vez, así puede saborearlos y tragarlos lentamente y yo disfruto de la representación. Es lo que quiero, es lo que ordeno que haga. Terminada de defecar, me limpio el ano y le ordeno que lo recoja con sus dedos. Saca bien. Es agradable observar la admiración con la que mira a Mí, siempre buscando Mi aprobación y satisfacción. La observo también, y Mi actitud cambia de autoridad, a desdén, a severidad, a satisfacción, a sensualidad, a concentración cuando intento sacar los últimos cacos, hasta divertida y complacida. Esto también sucede cuando lleno el copón con Mi orina, que hoy no está clara, y bebe todo tostando a Mí. Cuando le pregunto ¿Cómo lo dices?, responde Gracias.