Yo y tres amigas mías deseamos divertirnos esta noche, y en el mal tiempo tomamos una bebida suave para calentarnos. Entramos en este nuevo lugar, y limpiamos nuestas sucias y húmedas botas en un matalasán humano. Mientras estamos en la barra esperando a que el barman prepare algo para nosotros, decidimos llamar al matalasán de la entrada para animar un poco la situación. Él sale a cuadradas, y nosotras le hacemos mentir a nuestros pies. Colocamos nuestras botas sobre él, y en el momento en que estamos reprochando la lentitud del barman. Finalmente está aquí nuestra bebida suave, y la fiesta comienza. Tratamos más y más a los matalasanes, los golpeamos, los aplastamos, les estampamos el rostro. Sus sordidos mezclan con nuestras reíras. Luego es el turno del barman. Ahora estamos excitadas y nadie tiene salida. Lo ponemos en rodillas, le esquivan, le burlamos, y le arrojamos la bebida en el rostro. Los dos esclavos están agotados, es el sonido de la campana lo que los salva…