Durante una tarde de charlas entre amigas en el sofá, Gabriella quiere mostrar a Gaia y mi cómo jugar con su leal perrocito, un perro leal pero sin ninguna dignidad. Se pone en cuadrupedo frente a nosotros con su lengua fuera y, guiada por Gabriella, rubamos nuestros pies en su cara para que lame. Después de un rato, Gabriella nos muestra una variante más divertida del juego, hace que el esclavo se quede en el suelo mientras presiona con un pie sobre su garganta, haciéndolo respirar duramente con su lengua fuera: y es entonces cuando entonces utiliza su lengua para limpiar la otra pieza. Parece divertido y así Gaia y yo lo intentamos también mientras Gabriella está ya pensando en la próxima jugada: parada encima de su cara, quien, aplastado, deja salir la lengua y nos rubiamos y patetone para divertirnos. Finalmente utilizamos su cabeza como respaldo y descansamos mientras reímos de él.