Este cobarde esclavo estuvo asustado cuando nos dijimos que queríamos jugar con sus genitales. Sabía qué somos mi amiga Claire y yo, es por eso que teme a nosotros. Quería escapar de su destino, pero nosotros lo pilaron, o mejor dicho, nosotros lo pilaron su pene y testículos y le atamos las manos detrás de su espalda. Así bloqueado y impotente, disfrutamos burlándonos de él por su tamaño entre risas y comparaciones con nuestras tacones, y por una erección compuesta de subidas y bajas entre el miedo a nuestras acciones y la excitación de ser tocado por nuestras manos. ¿Qué es la pena por sus quejas? O el placer puro de ver a un hombre que se ve así, con su pene y testículos inútiles? Y en el camino, se sienten los pesos.