Esta esclava inglesa no ha perdido la oportunidad de degustar un buen desayuno italiano. Sin embargo, las costumbres y la comida diferentes han influido en la consistencia y cantidad de mi chocolate. No fue fácil para el esclavo comer todas estas turdas duras que llenaban su boca, pero al final lo hizo con lágrimas en los ojos y disfrutó profusamente. Unas pruebas difíciles, las superó con mi sentada facial, salivado, rimming, miradas, palabras y control de su pene.