Este esclavo me propuso ser mi matalascaes. Pero me parece tan delicado y débil! Decido probárselo de todos modos y lo preparo yaciendo delante de mi trono. Me siento un poco perpleja dada su debilidad. Lo espolvoreo con mis piezas, cuerpo y genitales. Despúes me levanto y me pongo encima de él. Que queja! Luego subo con todo mi peso, pero él me detiene por unos segundos. Este esclavo es realmente escaso! Despreciada, comienzo a espolvorearlo con mis pies de cabeza a testículos, presionándolos contra su cara, raliándolos firmemente y pisándolo para que sufra. Cuando he desahogado mis frustraciones, lo huyo y se desploma agotado. Solicita volver a mis pies, pero me negó, le informé que si alguna vez lo quiero usar de nuevo será para otras tareas, sin duda no como matalascaes.