Mi esclavo queda encerrado en una caja desde la cual solo sale su cabeza, desea adorar mis pies que ve en la distancia pero no puede acercarse lo suficiente a mí. Yo me siento en mi trono, mis pies provocan a él y decidí darles a él, pero de mi manera: Traigo a él más cerca y ahora mis pies tienen la distancia adecuada para entrar en su boca profundamente, hasta su garganta. Él puede respirar más, saliva cae por todas partes y sus ojos están rojos por el esfuerzo mientras yo disfruto insultándolo y humillándolo haciéndole salivar al me llamar malas palabras y haciéndole llenar de mi saliva.