Este esclavo se presentó a mí y me dijo que quiere convertirse en mi inodoro. ¿Qué una aspiración! No sé si puedo confiar, no querría que mis frutas se ensucien … Sentada en el asiento del inodoro, le pido que intente comprender si realmente está convencido y confirma. Pero para estar segura decidí hacer una prueba: mis pies serán mi chocolate, mi saliva mi orina. Coloco mi pie en su boca y lo empujo. Debe sentirlo en su garganta! Luego me arrojo y él la ingiere. Continúo así, con el atravesamiento de pie que lo lleva a vomitar y con mi saliva. Ingiera, no quejarse, no rechazar. Así pues, decidí que de aspirante puede convertirse en mi inodoro personal.
Mi facesitting le excita y embriaga. Huele mi perfume y tiene mi culo y vagina reposando sobre su cara. Está listo…