Estoy viajando y mi amiga Maestra Era me ha generosamente acogido en su estudio en Roma, donde también ha ayudado a encontrar un esclavo listo para satisfacer mis necesidades. Tengo unos hermosos botas puntiagudas nuevas de cuero negro que el esclavo tendrá que aprender a adorar. Está a mis pies y yo lo tengo en la correa mientras le digo que bese mis botas, lame mi saliva que dejo caer sobre el cuero negro y que me siga por el cuarto como un buen perrito. Las tacas y punteados de mis botas son muy afilados, le hace sucionar bien pero claro que no puedo evitar dejarle algunas marcas en su cuerpo flácido: me subo encima de él tanto sobre su espalda como sobre su abdomen hasta que estoy satisfecha.