Después de caminar por los montes durante días, siento muy entrenada y en forma, en particular mis glúteos están tonificados y firmes como siempre. Quiero inmediatamente poner a uso de mis músculos para dominar a mi esclavo con quien normalmente hacemos entrenamientos de lucha. Le advierto pero acepta de todos modos y empezamos a pelear. Después de unos segundos ya lo he derribado y lo domino aplastándolo con mi trasero sobre su rostro. Acepta mi superioridad pero continuamos y es una sucesión de tomas y pinches que siempre terminan con un aplastamiento cruel sentado. Solo detengo mis tomas de sumisión para darle algunos suspiros pero de lo contrario es una auténtica aniquilación, soy dominándolo cruelmente en todos los sentidos, en el suelo, en el sofá y en el trono mientras supega y sudora sin poder liberarse.