Hoy estoy sola en la oficina, me siento cómoda, quito mis zapatos y me preparo para un descanso rápido durante mi mesa, directamente en mi escritorio. Mis piernas y pies descansan en un matalán humano que ya no recuerdo tener, comido y me ignoro a su existencia, mientras mi piecitos se relajan sobre su cara. Después de terminar el almuerzo, sí, entonces recuerdo su existencia, pero solo para que limpie la mesa y luego me la despida sin ninguna recompensa.