Después de casi arrancarle sus tetas con pinzas y pesas, aún no satisfecha, decidí espetarlas con mis talones. Él está sentado en el suelo, atado con sus manos en posición de ofrenda. Yo sentada cómodamente en una silla, con un aspecto de educadora. Sus tetas están claramente visibles, engorgadas, y fácil de piquear y tormentear con mis talones. Y más sufre, más el masoquista se excita! Puedes ver su dura vergüenza. Jugar con mi zapato, le doy unas cuantas paladas y sé que realmente le gustaría disfrutar así, pero lo que importa es mi voluntad y no lo quiero. Quiero mantenerlo en espera y cargado para lo que aún tengo por prepararle…