Lady Scarlet – A los pies de nuestras manos

Nuestra esclava ha cometido una serie de errores inexcusables y merece una castigo ejemplar. Lo hemos colocado en el centro de la habitación desnudo y en rodillas, atado sus muñecas a sus codos de manera que no puede moverse y está completamente a nuestra disposición. Gea, Cleo y yo nos unimos a él y le explicamos que ahora va a ser castigado con paladas para que jamás se atreva a ser tan desrespectuoso con nosotras. Caminamos alrededor de él y turnamos para golpearlo en las mejillas, que pronto se vuelven rojas y luego moradas. Hay siempre una de nosotras que mantiene su cabeza quieta de oídos hasta que nos arreglamos uno detrás de él y dos a los lados para golpearlo de todos lados. Ahora ha tenido suficiente y solo puede inclinar la cabeza para besar nuestros pies y agradecernos.

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