Descansamos en el sofa con mis amigas Gaia y Gabriella después de una larga caminata por Budapest. Miramos nuestros botas y están muy sucias, feas y llenas de barro, fortunatamente tenemos uno listo para hacerlo: llamamos al esclavo que inmediatamente se pone al trabajo con su lengua. Después de un tiempo está completamente sucio y lleno de barro, lo ponemos de rodillas y nuestras seis suelas alternan en su lengua que ahora está negra de barro. Un espectáculo realmente desagradable pero en el momento nuestras botas están comenzando a limpiarse y para agradecerlo y ayudarlo diole alguno de mi saliva al besarle. Cuando termina trabajar para nosotros lo utilizamos como apoyo y continuamos hablando entre nosotras.