Mi esclavo está desnudo y doblado sobre el cadalso: hoy quiero jugar con sus glabros coxis. Quiero verlos volver rojos primero y luego morados bajo mis golpes. Comienzo lentamente, solo con mis manos, aumento el ritmo, más fuerza, lo juego como un tambor, pero a diferencia de este instrumento, esta piel comienza a volver roja. No satisfecha tomo uno de mis herramientas favoritas, una paleta de cuero para golpes, con la que comienzo a golpearlo más duros y más duros. Él ardilla, el rojo comienza a convertirse en morado, tomo algunas cortas pausas para que siente el dolor, pero no debe desviarse: quiero que conteste, solo pararé cuando alcance los 150 golpes.