Le ordené a mi esclavo que se desnudara y esperara cerca de la ventana. Quiero azotarlo y dominarlo sabiendo que todos afuera pueden verlo arrugándose bajo mis golpes. He preparado tres frijoleras para él hoy, si es fuerte para resistir? Comienzo con la más grande, los golpes son pesados y lentos, adecuados para calentar su espalda. Luego paso a una más delgada y afilada: ahora sufre arrugándose bien como aumento la velocidad de mis golpes. Está casi al límite, pide misericordia y se arrodilla buscando mis pies para adorar pero no es el tiempo de detenerme y le digo que la próxima vez lo dejaré allí en cuadrupedal solo. Se levanta y yo me movo a la tercera frijolera, una escorpio con más fibras, delgada, ágil y afilada. Su espalda está volviéndose más roja y arrugada hasta que se desmaya a mis pies como un perro.