El condenado completa los últimos pasos para llegar a la silla de ejecución de mi ejecutora, donde se hará justicia. Está completamente atado en un jubón de cuero negro, su cara está cubierta y el resto de su cuerpo está desnudo. Tiro una cadena unida a su cuello hasta que se arrodilla a mis pies: su condena es gagear las grandes piezas de mi ejecutora.
Le hago tomar de mis zapatos, tirándolos desde el talón que pongo en su boca. Mis pies son lo suficientemente grandes para cubrirlas por completo, las coloco sobre su cara y preparo para aplastar su boca. Mi pie debe entrar por completo, todos los dedos, su boca está abierta lo suficiente, lo empujo por garganta y se moja de saliva. Cambio de pie mientras limpio el otro poniéndolo sobre su ridículo pene pequeño. Ahora el otro pie también está lleno de saliva pero no es suficiente para mí, coloco ambos a la vez, uno encima del otro y le hago que se abra más allá de todos los límites… Su rostro se enroja, implora por misericordia pero continuo hasta dejarlo agotado en el suelo.