Encerrado en una jaula durante días, espera a mi señora para alguna compañía después de la isolación. Está desnudo, en una jaula estrecha y no puede moverse ni tocarse: solo yo decidiré cuándo merecerá. Por el momento solo merece palizas y dolor: abro la jaula y le repito golpes en sus cojones mientras ardida el dolor, que también es placer. Recibe mi saliva en la cara y boca: es la única cosa que puede comer. Antes de dejarlo a su soledad, le aplasto y su pene bajo mis zapatos.