Fue la más sencilla entrenamiento casero de una esclava para pistonear a otro esclavo y sacarle la heces de su ano. La tranquila penetración de nuestras manos en el esclavo fue acompañada por una conversación tan despreocupada y agradable. Kat se mostraba renuente a insertar su mano en el ano. ¡Disculpe, estremeció, impulsándome su mano en el ano!. Aquella noche conocí a Kat mejor, entendí muchas cosas sobre ella. Estábamos tan acogidos, divertidos. La esclava cubierta de heces reíó mucho y nos contó sobre sus fantasías. Fue una increíble noche.