La concreta estaba caliente y rugosa, justo como lo querían las rubias. Desnudando a su profesor hasta sus pequeños penejos, las tres comenzaron a orinar sus corazones llenos sobre el rostro de su profesor, asegurándose de que recibía cada gota de los fluidos salados. Les encanta acorralar a los hombres de esta manera y mostrarles que no eran realmente hombres, sino solo inodoras tocadas para rubias malas como ellas. Inmovilizado, el profesor tenía poca opción que aceptar oleada tras oleada de orina pungente de orificios de orina desinfectados. Su boca sucionaba suaves y granosas calcetines, mientras que una rubia le tiraba dolorosamente sobre su pene. ¿Esta era su vida a partir de ahora?