Recientemente fui a Sochi para descansar y ver a mi amiga, Sra. Tamara. Después de té y charla, queríamos divertirnos. Fue una buena decisión llevar a mi esclavo marido consigo, para disfrutar de cosas como estas. La puse en rodillas sobre el sofá, stickó su culo y lo hicimos amagar duramente, primero con los puños, luego metimos ambas manos en el culo y lo hice amagar con mi favorito, una soploneta de 9 centímetros de diámetro y lo dejé allí como una tapa. Dejé que el culo se estirara y se acostumbrara a estar abierto. Es hora de que nosotros hagamos una merda en sus bocas. Mi esclavo-marido, sirvió a mí como inodoro, saboreó y comió mi merda, pero nunca comió merda de otra mujer o Señora. Todo sucede por primera vez, y vamos a hacerlo comer nuestra merda. Tomamos turnos cansando en sus bocas. Sus mejillas estaban infladas y coloqué una medias sobre su cabeza para que no espitara. Come perra, disfruta el sabor de nuestra mezcla de merda. Come, o nos enfriaremos y te azotaremos y azotaremos. No veo gozo en tus movimientos! Come merda, no la desperdicies. Nuestra látigo y soga recorrieron su culo y cuerpo. Grunció y gritó, pero comió y comió merda. Comió casi todo.