Faltaban dos días de mi última heces, preparándome. Comí mucha fruta y esperé a que llegara mi comensal de heces, para alimentarlo. No pude esperar aún más. Y al instante que entró, solo pudo arrojarse de sus ropas y se colocó inmediatamente frente a una gran cantidad de diarrea caliente y fetida. Estuvo asombrado, esquejeando y intentó tragar, pero no tuvo tiempo y mi heces inundaron y inundaron su boca. Hoy tendrá un desayuno grande, hoy comerá mi heces frescas, mi diarrea