Sentados con una amiga de Señora, nos unimos a un esclavo que se arrastra a lamer los zapatos. Un a uno tendrá que limpiarnos nuestros botas y su lengua rosa se volverá negra después de limpiar nuestras suelas sucias. Ten cuidado y no uses tus dientes y arruines las zapatillas de tus Señoras: azotes y palizas te castigarán. Antes de dejarlo allí en el suelo nos insultamos y lo usamos como almohadilla para evaluar la calidez de su trabajo.